dimarts, 24 de febrer del 2009

Terra i formigó

L'olor de la terra humida, m'agrada. Hi ha persones que no hagin tingut l'experiència olfactiva que es produeix al barrejar humitat i terra?
El cruixir de les herbes seques als camps a l'estiu, tambés és una delicia. Existeixen al món persones que no ho haguin experimentat?

Els excessos de formigó em fan ballar el cap. Em fan pensar quan era petita i el meu avi va decidir criar gallines al pati després d'aquesta conversa:
Avi: Mini-intransigent, d'on venen els ous?
Mini-intransigent: De l'armari. :-) (!!!)

Algun dia hauré de criar animals a casa perquè els meus fills (hipotètics, s'entén) entenguin alguna cosa d'aquest món en constant progrés mundial?
Espero que no, perquè està clar que no seria capaç de matar-los i menjar-me'ls després.

Necessitem formigó per millorar les nostres condicions de vida, però vols dir que no estem estirant massa la veta, abusant d'un sistema autodestructiu?
Segurament el progrés mundial (quin eufemisme, s'enten mundial com a primer món, i no pas tot ell!) no ha d'anar lligat a l'ocàs de la humanitat. Però qui és el guapo dis
posat a renunciar a certs beneficis/privilegis per a una millora de conjunt a llarg termini. Amb els temps que corren potser que comencem a reflexionar-hi, sobretot aquells que tenen a les seves mans fer-hi alguna cosa.


Avui he llegit aquest article publicat a La Vanguardia en plena Guerra Civil Espanyola sota el títol "El problema de la vivienda". Us en deixo un fragment:

Los elementos naturales no deben ser objeto de apropiación privada, sino de ocupación y de utilización. Nadie ha pensado en el desatino de que un río pueda ser propiedad de un hombre. (...)
Pues bien, la tierra es otro elemento natural. El Poder-público puede concederla a los particulares para aprovechamientos determinados. Mas ese fenómeno escandaloso de que un hombre compre la tierra por hectáreas y la venda por palmos, atribuyéndose a si mismo el aumento de valor logrado por unas mejoras urbanas que no son obra suya; ese otro caso de que la tierra se perpetúe en una familia quedando al arbitrio de ésta utilizarla o dejarla improductiva mientras millones de seres humanos perecen de hambre por falta de tierra; ese otro espectáculo de que el interés general para la construcción de un ferrocarril, de una carretera, de un puerto, etc., quede atrancado o totalmente frustrado mientras se discute cuánto dinero hay que dar a un propietario para que se digne permitir la marcha del progreso... todo eso tiene que desaparecer. Y en cuanto haya desaparecido nos parecerá imposible que haya existido antes. La aplicación practica de este principio cabría en estas bases:
a) La tierra es propiedad del Municipio —salvo el dominio eminente del Estado— y no puede ser otorgada en propiedad a los particulares.
b) Los particulares, mediante concesiones del Municipio, tendrán el derecho de ocuparla, usarla y usufructuarla. Concretamente, los solares urbanos podrán ser concedidos para la edificación.
c) En cada predio habrá que distinguir el suelo del vuelo. Aquel será propiedad municipal. Lo edificado será del libre dominio del edificante.d) El concesionario de cada parcela pagará al Ayuntamiento un moderado canon. Se utilizará así la fórmula del censo contra el cual se suele hablar ahora, pero que es una institución utilísima a la que precisamente se debe, en gran parte, el ensanche de Barcelona.
Una cosa es comprar un solar pagando el precio al contado o en cortísimos plazos, y otra mucho más beneficiosa es abonar cada año ilimitadamente unos cientos de pesetas.
e) En todas las transmisiones de propiedad (venta, permuta, donación, herencia, legado, etc.), así como en la constitución de hipotecas, se distinguirá el valor del suelo del valor de lo edificado. Este último pasará íntegramente al propietario. Pero el adquirente pagará al Ayuntamiento en concepto de laudemio una cantidad que no podrá exceder de la mitad del valor del suelo.
La primera consecuencia del sistema sería aumentar considerablemente la edificación,puesto que habría desaparecido el principal obstáculo en que hoy tropieza: la especulación sobre los solares.
Con estas tres fuentes de ingreso —canon, laudemio y aumento de las construcciones— es probable que los Ayuntamientos tuvieran recursos suficientes para sufragar el nuevo sistema. Y si no los lograban, tampoco por eso se habría de detener la reforma. Ningún Ayuntamiento puede alegar la falta de dinero para dejar al vecindario sin agua, sin luz, sin alcantarillado, sin mercadas y sin cualquier otro servicio fundamental. Lo mismo habría que discurrir en cuanto a la vivienda gratuita, que constituye una necesidad tan apremiante o más que aquellas otras.
Por este camino, aplicado, hoy por hoy, a los fines de la vivienda, se habría entrado en el problema magno de substraer la tierra a la propiedad particular, si bien respetando ésta amplísimamente en cuanto a las aplicaciones que de la tierra misma se hiciesen.